Baltazar, un niño de 4 años del barrio Yofre, Córdoba, vivió una noche de Navidad muy especial, sobre todo cuando Papá Noel cumplió con su insólito pedido para un regalo: “una sandía gigante”.
La madre del Baltazar creyó que el pedido “era una ocurrencia del momento, habiendo tantos juguetes, pero pasaban los días y él insistía”, le dijo a El Doce. Así que con el papá no lo dudaron y fueron a la verdulería en busca de la fruta más grande que había, para que más tarde apareciera envuelta con papel de regalo, debajo del arbolito armado en Colonia Tirolesa, en la casa de unos parientes donde fueron a pasar la Noche Buena.
Cuando se hicieron las 12, todos los chicos corrieron a buscar sus regalos. A uno de sus primos le regalaron un celular, a otro una bicicleta, pero la reacción más emotiva fue la de Baltazar, quien al descubrir lo que le había traído Papá Noel, con una sonrisa gigante en la boca exclamó: “¡Es una sandía!”.
El protagonista de esta historia es fanático de la fruta y la verdura. En vez de caramelos, le pide a su mamá hojas de lechuga, cebolla cruda y se desespera cuando la ve rallando zanahoria. Esa noche, en el arbolito también había otros paquetes con su nombre: una pistolita, raquetas de ping pong, pero a él no le llamaron mucho la atención, estaba feliz con su sandía.
Esa noche, el pequeño jugó con su regalo. Lo alzó, lo dio vuelta por todos lados y lo presumió frente a sus primos. En la tarde del 25, con el calor de la siesta navideña, cortaron la fruta gigante y todos comieron. Su simpleza todavía sorprende a los adultos de la familia.