Mientras las principales potencias corren una carrera, que parece no tener fin, para ser pioneros en desarrollar una vacuna contra el Covid-19 y lanzarla al mercado, en algunos reina la ansiedad por recibir el antídoto y volverse inmunes al virus, al mismo tiempo que otros afirman que no se vacunarán. Es el caso del presidente brasilero, Jair Bolsonaro.
El mandatario del país carioca siempre ha sostenido una postura poco convencional respecto a la pandemia. En ocasiones anteriores ya había realizado declaraciones expresando su escepticismo sobre los programas de vacunación contra el coronavirus.
“No voy a tomarla. Es mi derecho”, dijo Bolsonaro en una conferencia realizada el último jueves. A su vez aseguró que es poco probable que el Congreso obligara a los brasileños a vacunarse.
Respecto a esto último, el presidente ha dicho repetidamente a los brasileños que la aplicación de la vacuna contra el coronavirus no será impuesta desde el gobierno. En octubre, bromeó en Twitter con que la vacunación sería requerida solo para su perro.
El mandatario también expresó su escepticismo sobre la eficacia del uso de mascarillas durante la transmisión en directo, implicando que había pocas pruebas concluyentes de su éxito para frenar la transmisión del virus.