Por mucho que nos lavemos las manos, seguimos tocando objetos y superficies, lo que da una oportunidad a los virus y gérmenes de adherirse a nuestros dedos y después pasar directamente a las membranas mucosas de nuestra cara (ojos, nariz y boca).
Nos cuesta tanto dejar de tocarnos la cara (lo hacemos 23 veces por hora, aproximadamente) y la principal característica de estas acciones es que se producen en un plano inconsciente, pues esto es un rasgo evolutivo de la parte más primitiva de nuestra biología: el sistema límbico.
Estas son algunas formas de evitarlo:
– Mantené las manos ocupadas con otras cosas. Puede servirte a vos y también a tus hijos, si les das algo con lo que jugar, estarán distraídos y no repetirán el vicio. Desde pequeños juguetes a objetos antiestrés, cualquier cosa puede servir.
– Convertilo en algo consciente. Eso significa contabilizar (incluso puedes escribirlo) las veces que lo hacés, también podés advertírselo a tus hijos cada vez que lo hagan.
– Usá recompensas y castigos. Suena absurdo, pero podés intentarlo. Permitete algún premio si cumplís tu objetivo, y así dejarás atrás viejas manías.
Fuente: El confidencial