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Entrevistas Nexofin

Eugenia Zicavo: “Leer es como un acto de seducción”

En diálogo con Nexofin, la socióloga, periodista y lectora apasionada comenta su mirada sobre la situación actual del mundo editorial en el país, el feminismo, la maternidad y brinda sus recomendaciones literarias

Eugenia Zicavo cuenta con un currículum tan amplio y variado como es su conocimiento y pasión sobre el mundo de los libros. Su amor por ellos lo heredó de su madre y lo reafirmó en la adolescencia.

Doctora en Ciencias Sociales y reciente autora de “Feminismos: ¿desde cuándo y hasta cuándo?”, Zicavo contó que su pasión por los libros comenzó a los 19 años, época en la que llegó a “robar libros en locales de la calle Corrientes”.

En la actualidad conduce Bibliómanos, un programa de divulgación literaria que va por su tercera temporada y que se emite en la Televisión Pública.

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En diálogo con Nexofin, la socióloga y periodista analizó la situación del mundo editorial en el país, al que calificó como “crítica”, y también abordó el rol del feminismo en la Argentina y el incómodo mandato social que aún se impone a muchas mujeres para que se conviertan en madres.

Nexofin (N): ¿Definirías a la Argentina como una sociedad lectora?

Eugenia Zicavo (EZ): En Chile me comentaron que les había llamado la atención ver a gente en situación de calle con un libro abierto. Tiene que ver con la educación pública y gratuita que tenemos; sigue siendo una vía de movilidad social ascendente.

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No obstante, en las encuestas de índice de lectura son pocos los libros por habitante. No creo que seamos una sociedad tan lectora; pero, Buenos Aires es una ciudad lectora y quizás los lectores estén representados.

Está la Feria del Libro que es un éxito hace más 40 años; es la ciudad con más librerías por habitante del mundo. Antes, la biblioteca de la casa ocupaba un lugar más importante.

N: ¿De qué manera las nuevas tecnologías afectan al hábito solitario de la lectura?

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EZ: Lo afectan por completo; te sacan tiempo para leer en el formato tradicional del libro códice (papel). Uno se la pasa leyendo otros tipos de textos en dispositivos electrónicos.

En mi caso, yo leo todos los días. No concibo un día sin hacerlo; me daría mucha angustia. Las redes sociales, internet y el acceso al correo electrónico por medio del teléfono hicieron que bajara muchísimo mi tiempo de lectura.

La competencia es muy despareja. No obstante, quien tenga el hábito de la lectura necesita eso; no es una obligación leer. En algún momento, llegás porque es un consumo que te es imprescindible.

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N: ¿Cómo analizas la situación actual del mundo editorial en el país?

EZ: En el aspecto económico es tremendo; se vendió de un año al otro un 50% menos. Es una industria que está en absoluta crisis; se perdieron trabajos y muchos sellos editoriales dejaron de existir.

En ese punto, no es nada alentador. En lo que se publica, las editoriales argentinas hacen un muy buen trabajo; hay muchos autores contemporáneos. Hay una literatura muy rica y no lo hago por nacionalista.

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Incluso, me animó a leer cosas que no tienen siquiera la prueba del tiempo, quedándome pendientes un montón de clásicos.

La literatura me parece un arte muy vivo; quizás porque los medios de producción están al alcance de cualquier escritor. Para escribir alcanza un lápiz y papel.

N: ¿Cuándo nació tu pasión por los libros?

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EZ: Mi mamá era bastante lectora. No sé cuál fue mi primer libro; siempre hubo libros en mi casa y biblioteca. No por capital económico sino por cultural.

Claramente, lo heredé de ella; me leía mucho de chiquita, cantaba historias, me llevaba a la Feria del Libro y me hacía conocer autores para tener su firma.

Ella era muy lectora de ciencia ficción y de los libros de “Elige tu propia aventura” y supongo de muchos clásicos infantiles. Tenía los Musicuentos; eran discos que tenían la narración de cuentos clásicos.

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Después, en la adolescencia leí muy poco; casi lo mínimo y prescindible para aprobar el colegio.

Empezó a ser una pasión identificada como tal cuando preferí quedarme un sábado a la noche en vez de ir a bailar a los 17/18 años.

A los 19/20 era una lectora voraz que robaba libros en Corrientes; hacía todo lo posible por leer todo lo que llegaba, por armar una familia literaria y por seducir, supongo. Seducir a otros y dejarme seducir; leer es como un acto de seducción.

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N: ¿Por qué deberíamos leer “Feminismos: ¿desde cuándo y hasta cuándo?”?

EZ: Hay tantas cosas por leer, jaja. A mí me gustó mucho hacer ese libro porque quería dar cuenta de la génesis del pensamiento feminista en la Argentina.

Es un movimiento que tiene muchos años y que no empieza con la llamada “Ola Verde” o con “La revolución de las hijas”.

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N: Ni con el Ni Una Menos…

EZ: Claro, se visibiliza y toda una generación de mujeres muy jóvenes se apropia de un término que está bastante devaluado; sino mal visto. Yo me digo feminista de hace 20 años cuando no estaba tan de moda; mucho menos para mi generación.

Quería recuperar parte de la historia de lo que habían sido esas ideas en la Argentina para llegar al movimiento actual y entender un poco también cuál es el capital social de las actuales militantes (dentro de las cuales me incluyo).

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Hay textos de tres mujeres que son muy representativas de la historia del feminismo en la Argentina que son Diana Maffía, Mabel Bellucci y Mónica Tarducci.

Las viejas feministas no han perdido el entusiasmo militante y no se han ganado tantos derechos; la situación no ha cambiado tanto desde que empezaron a militar. Me parece que estaba bueno recuperar esas voces.

Después, tuve la suerte de poder pedir dos textos en traducción: Sonja Eismann de Alemania y a Fanny Gallot desde Francia. Son dos miradas muy contemporáneas de autoras que acá no son muy conocidas.

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Las mujeres hemos ganado la calle; eso claramente es una acción política.

N: ¿Definirías al feminismo como un movimiento político o una idea?

EZ: Es las dos cosas. Hay teorías feministas que son ideas a partir de las cuales se pueden hacer distintas acciones políticas.

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En algunos casos, esas ideas cristalizan en movimientos políticos cuando se lleva la idea a la acción (la praxis). No siempre los ejercicios intelectuales tienen un correlato con un ejercicio político.

Cuando un colectivo se siente identificado con esa idea y se pueda organizar es que surge la acción política feminista. Estamos en un momento de convergencia.

N: Hace poco escribiste la columna “¿Ser madre? Mejor no”. ¿Crees que hoy la presión sobre la mujer para ser madre bajó un poco?

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EZ: No, en absoluto. Sigue siendo novedoso y los medios siguen replicando que haya mujeres que no quieren tener hijos. Esa decisión no merece un reglón de título; no he visto ninguna nota que entreviste a varones que no quieran ser padres. Eso me parece una medida importante.

Si revisas los discursos de los legisladores y médicos, a las mujeres que están embarazadas al instante les empiezan a decir ‘mami’ o ‘mamá’; es un diminutivo infantilizador. Como si esa mujer, por estar embarazada, quisiera llegar a término con ese embarazo y quisiera convertirse en madre.

En el caso del discurso jurídico, lo veíamos en las discusiones en el Congreso sobre la Despenalización del Aborto en la cantidad de veces que los legisladores y las legisladoras decían ‘madre’ como sinónimo de mujer. Sigue habiendo una presión pronatalista.

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N: ¿Qué balance haces de “Bibliómanos” en la pantalla de la TV Pública?

EZ: Estoy muy contenta con el programa. Me permite realizar mis propias lecturas; es rencontrarme con mi vida como lectora.

Los temas los elegimos con Maximiliano Tomas (mi compañero) y son muy universales: el amor, los celos, la guerra, el dinero, la venganza, las obsesiones…

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Es un paraguas bastante amplio que me permite hablar de ensayos y hacer jugar a mi biblioteca sociológica (soy Socióloga y Doctora en Ciencias Sociales); es una buena oportunidad para hacer hablar a autores que tienen cosas muy interesantes para decir.

El programa ya está bastante instalado, vamos por la tercera temporada, hay una comunidad lectora (comenta o cuestiona nuestras selecciones y arriesga cuáles van ser los títulos que llevamos) y me permite conocer las lecturas de la gente que yo admiro como escritora.

Tenemos una suerte de bibliografía sobre el tema; nos preocupamos que al final de los créditos aparezcan listados todos los libros que se mencionaron.

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Además, estoy muy contenta de tener un espacio cultural en la TV Pública. Me formé en las universidades públicas; hacer un programa que haga divulgación de la literatura y el pensamiento llegando a todo el país me da un orgullo importante.

Ping-pong literario

N: Tres libros que te marcaron para siempre.

EZ: ‘El cuarteto de Alejandría’ de Lawrence Durrell, ‘1984’ de George Orwell y Lolita de Vladimir Nabokov

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N: Un clásico que te falta leer.

EZ: Ulises de James Joyce

N: ¿Qué libro le recomendarías a alguien que no tiene el hábito de la lectura?

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EZ: 1984 de George Orwell

N: Un libro que te costó mucho terminar.

EZ: Kafka en la orilla de Haruki Murakami.

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N: ¿Un autor que te haya decepcionado?

EZ: Orhan Pamuk; leí tres novelas y no entendí el fenómeno. Me pareció una prosa bastante chata y un costumbrismo bastante predecible.

N: ¿Un autor/a argentino?

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EZ: Tengo tres: Gabriela Cabezón Cámara, Fernanda García Lao y Samanta Schweblin. Tienen plumas muy reconocibles, universos muy logrados y trabajo con lenguaje muy interesante.

N: ¿Un autor/a joven que recomiendes?

EZ: Acabo de leer “¿Por qué volvías cada verano?” de Belén López Peiró; es una novela basada en hechos reales. Denuncia un abuso sexual por parte de su tío político entre sus 13 y los 17 años.

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Me pareció muy interesante la alternancia de registros que utiliza; la transcripción de las declaraciones legales, tanto de ella como de otros testigos (incluyendo al abusador). Lo intercala con reflexiones personales y con un gran trabajo literario.

Fue un modo diferente de darle voz a una víctima desde un lugar de mucha potencia; sin darles el gusto a los que querían ponerla en una posición exclusiva de víctima.

También me gustó mucho (ya tiene un par de años pero ella sigue siendo muy joven) el libro ‘Los accidentes’ de Camila Fabbri (además de escritora es dramaturga); tiene una reflexión bastante cruda de los vínculos entre madre e hija, la corporalidad, el dolor y una escritura obscura.

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