Adolf Hitler, en toda su teatralidad, le pidió a un fotógrafo que lo capturara durante sus ensayos de oratoria. Era el año 1925 y Hitler, de 35 años, acababa de salir de la cárcel y preparaba la publicación de su manifiesto, Mein Kampf. El alemán, del que todos ahora se burlan, lograba inspirar a millones con sus discursos, ensayados hasta la perfección: era un obsesivo de las apariencias