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Notas de Opinión

¿Y si la solución fuera deshacernos de los burros?

Luego de la presentación de la Sra de Kirchner el viernes en Chaco uno tiene mucho más claro el daño que la injerencia de la ignorancia lisa y llana le ha hecho al país

Columna publicada originalmente en The Post Argentina

¿Y si finalmente el tremendo fracaso argentino fuera el resultado de la ignorancia?

¿Si todas las alambicadas teorías que se han ensayado para explicar esa degradación quedaran ensombrecidas por la supremacía de una explicación mucho más simple como es haber sido víctimas de una camada interminable de burros? ¿Qué diríamos?

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Porque luego de la presentación de la Sra de Kirchner el viernes en Chaco (en ocasión de recibir de un individuo imputado por peculado y lavado de dinero un doctorado honoris causa) uno tiene mucho más claro el daño que la injerencia de la ignorancia lisa y llana le ha hecho al país.

Los dichos de Kirchner no han sido otra cosa que una clase magistral de burradas.

No hay dudas de que las mejores versiones de la ultraconocida grasada de la “señora” se verifican, justamente, cuando esta ignorante quiere dárselas de sabelotodo. Adopta un tono doctoral que, contrastado contra lo que sale de su boca, convierte a toda la escena en una grotesca caricatura.

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Las barbaridades que dijo el viernes son difíciles de empardar, aún cuando la comparación se haga contra otras burradas de ella misma en ocasiones anteriores.

Quiso comenzar dándosela de catedrática y lo que produjo fue una notoria tergiversación de la historia, al tiempo que entregaba una prueba irrebatible de que no sabe nada.

Sin que se le moviera un pelo (y no es la primera vez que lo hace) dijo que el sistema de división de poderes es una derivación de la Revolución Francesa y que nuestra Constitución lo había tomado de allí, creyendo que, con ello, entregaba una evidencia contundente de su inutilidad actual por ser una antigüedad derivada de los tiempos en que “no existía la luz eléctrica, el auto ni la penicilina”.

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Fuera del hecho de que todas esas invenciones fueron, justamente, un sucedáneo del vertiginoso progreso al que el liberalismo arrojó al mundo desde su rutilante aparición en el mundo de las ideas, Kirchner cometió un error histórico del tamaño de la Vía Láctea.

El sistema de división de poderes no es un producto de la Revolución Francesa: es un sistema prohijado en la Revolución Gloriosa inglesa de 1688, cien años antes de los hechos de La Bastilla.

Kirchner borró de un plumazo más de un siglo de evolución del Derecho y de las ideas políticas.

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Una lectura de “El Espíritu de las Leyes” de Montesquieu o de la profusa producción literaria de José Ortega y Gasset hubiera bastado para no caer en ese error. Pero claro, leyendo a Laclau es fácil terminar siendo un burro.

La Constitución Argentina no deriva de la Revolución Francesa y no es el orden jurídico creado por ella el que formateó la mente de su creador, Juan Bautista Alberdi. Una simple lectura de “Las Bases” hubiera servido para enterarla de que nuestra Constitución abreva en el derecho creado por la Constitución de los EEUU y no en la Revolución Francesa. Cómo dijo el diputado constituyente José Benjamín Gorostiaga “la Constitución argentina está vaciada en el molde norteamericano”.

Luego dijo que la Revolución Francesa había sido el origen de las monarquías constitucionales europeas volviendo a ignorar el siglo de vigencia que ese sistema ya tenia en Inglaterra cuando sucedieron los acontecimientos en Paris.

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Pero la avalancha de burradas no se detuvieron. Kirchner dijo que luego del desarrollo de las monarquías constitucionales en Europa había aparecido el presidencialismo en América, olvidando que los EEUU tenían presidente 8 años antes de la Revolución Francesa.

Si repite constantemente toda esta catarata de ignorancias para ningunear la enorme influencia y contribución del derecho anglosajón a la libertad de la humanidad no lo sabemos, pero en todo caso el precio que paga por quedar como una iletrada es altísimo.

Para justificar lo que realmente le interesa -la instauración en la Argentina de una dictadura de partido único- se metió en la ciénaga de comparar el sistema de los EEUU con el de China. Cómo buena hipócrita, quiso demostrar que lo que importa es la guita y entonces relató el éxito del sistema chino “que sacó a millones de la pobreza, convirtiéndose en el capitalismo más eficiente”.

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Para que no queden dudas de lo que persigue, se mofó del concepto de seguridad jurídica, poniendo justamente a China como un ejemplo que supuestamente avalaba su postura sin advertir que, con ello, admitía que en China no hay seguridad jurídica.

Glosó el párrafo con el ejemplo de la disposición que, por decreto, transformó a Internet y a la telefonía celular en servicio público (lo cual le retiraría a las empresas que los brindan el señorío sobre los precios, pasando éstos a depender de decisiones estatales que, por lo tanto, pueden fundir a las empresas).

Cómo se sabe esa decisión fue apelada en la Argentina y -hasta que se expida la Justicia sobre el fondo de la cuestión- está bajo el paraguas de una medida cautelar.

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De vuelta, sin ponerse colorada, dijo que eso en China no habría ocurrido. Lo que no explicó es porqué.

No habría ocurrido porque el capitoste de turno habría mandado a fusilar a quien osara desafiar su decisión y el problema se habría acabado.

Si ese es el sistema que la “señora” propone para la Argentina es hora de que sus seguidores sepan que adulan a un nuevo Videla.

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También mezcló la cronología de los hechos atribuyendo a Mao y no a la irrupción del capitalismo el despegue chino.

Luego de que Mao tomara el poder en China en 1949 el país sufrió una hambruna espeluznante que mató a más de 50 millones de seres humanos en nombre de la creación del “hombre nuevo comunista”.

No fue sino hasta entrados los ‘70, con el deshielo de las relaciones con EEUU, que los chinos empezaron a comer.

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Para dárselas de que se codea con la crema de la dirigencia mundial contó que, en diálogo con Xi Jinping, le dijo que no encontraba respuesta al interrogante de qué había pasado con la Argentina, que en 1949 producía aviones y locomotoras y que ahora es China la que se los vende.

La respuesta es clara y solo hay que ver una línea del tiempo para obtenerla: lo que ocurrió fue, justamente, el peronismo.

Las ignorancias no acabaron allí. Kirchner no tuvo mejor idea que meterse en el terreno económico, un lugar en donde si es ignorante en todo lo demás, aquí descuella con holgura y honores.

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Volvió a insistir con que la emisión monetaria no genera inflación valiéndose de un ejemplo de agregados monetarios sobre el PIB que JUSTAMENTE demuestra que TODA la inflación es un producto directo de la emisión. Ser burro diciendo burradas es ya suficientemente ignominioso. Pero ser burro entregando uno mismo las pruebas que lo demuestran es como el colmo de la ignorancia.

Quizás, entonces, la solución argentina sea mucho más simple de lo que se piensa y solo consista en deshacerse de un conjunto manifiesto de burros que, mezclados con incompetentes, ladrones y corruptos (como la Sra. de Kirchner) han quebrado al país y empobrecido a la sociedad.

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