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Los haters y el odio en las redes sociales: cómo combatirlos

Qué caracteriza a quienes cometen estas acciones

Toda revolución conlleva también consecuencias negativas. En el caso de las redes sociales, el ciberacoso, por ejemplo, es una de ellas. En cambio, cuando no hay relación directa entre el agresor y la víctima, hablamos de odio en las redes, y es aquí donde la figura del hater cobra especial protagonismo.

Se trata de aquel usuario que incomoda, que centra su actividad en la polémica con un discurso que incorpora diferentes técnicas que incluyen desde la ironía hasta el insulto. Ese comportamiento hostil puede, además, mostrarse de forma recurrente y focalizarse en un perfil concreto.

Por un lado, se encuentra la sensación de impunidad que otorga el anonimato o de haberse creado un perfil falso. Normalmente se trata de una cuestión de intolerancia a la frustración o al “no”. Son personas que no aceptan un no por respuesta, por lo que se enfadan y se apodera de ellos la ira. De ahí surge el insulto y de fastidiar a otros.

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Asimismo, el distanciamiento hacia el usuario lleva a una cierta deshumanización, de tal manera que es percibido como un objeto blanco de sus comentarios críticos y burlas, llegando en ocasiones, a ridiculizar, acosar y/o amenazar. A esto se suma el efecto contagio que puede producirse cuando son varios los que se unen en la misma crítica, de manera que sienten que forman así parte de un grupo.

El odio también se ve influido por la inmediatez de las plataformas, que contribuyen a que se produzcan reacciones espontáneas y, por tanto, más emocionales que racionales. “En esos procesos de réplica y contrarréplica o en los que un hater se ve retroalimentado por otro, la espiral de toxicidad se puede hacer evidente, contribuyendo así al discurso de odio”, explica la experta Silvia Martínez al portal Cuidate Plus.

De este modo, cualquiera podría convertirse en foco de ataques que pueden dirigirse a su físico, género, origen, ideología, religión, etc. Los personajes públicos son susceptibles a estos hechos por su exposición y porque el hater que actúa contra ellos siente que su visibilidad incrementa.

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Para combatir el odio en redes, un punto clave es la educación en el ámbito virtual, algo que se llama cibercivismo. Por otro lado,  la concienciación de que el comportamiento en Internet tiene sus consecuencias en el mundo real.

Además de la disuasión. En este sentido, es importante el papel de los medios de comunicación, pues es necesario de que informen sobre lo que ocurre cuando se cometen este tipo de delitos. Desde la educación mediática se debe fomentar que se usen desde el respeto y la pluralidad en pro de una comunicación inclusiva.

Cuando la actitud y el comportamiento persisten, existen algunos recursos que ofrecen las plataformas como esconder sus respuestas en el caso de Twitter, o silenciar y bloquear. Además, se puede alertar a esa red social sobre el comportamiento inadecuado de un usuario para que tome medidas. Y, si se superan ciertos límites, se puede recurrir a la justicia.

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Los efectos pueden ser importantes para la víctima, quien puede aislarse y autolimitarse, dejar de hacer uso de las redes sociales y experimentar un impacto en el plano emocional y psicológico. Por ello, es fundamental pedir ayuda psicológica en el momento en que este odio virtual comience a afectar a la rutina del acosado.

Fuente: Cuidate Plus

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